A más impacto, menos control

A más impacto, menos control

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Algo paradójico ocurre en todas las crisis: las naturales, las corporativas, las políticas, las financieras o las personales. Es un factor estructural, sistémico, presente en cada una de ellas. Ninguna crisis escapa a la regla según la cual conforme se incrementa su nivel de impacto, se reduce la capacidad para controlarla.

Ninguna crisis escapa a la regla según la cual conforme se incrementa su nivel de impacto, se reduce la capacidad para controlarla.

Una crisis enfrentada en su etapa temprana se resuelve de modo eficaz con relativamente poco esfuerzo y costo. Pero cuando estalla y despliega agresivamente su daño, las soluciones que antes eran eficaces dejan de serlo; habrá que recurrir a esfuerzos costosos y enormes, y aun ellos tendrán limitada eficacia. En otras palabras, las respuestas a la crisis en su etapa inicial (mejor aún, en la silente o cuando recién rompe la línea del síntoma) funcionan, tienen eficacia, pero a medida que la crisis aumenta en intensidad, esas mismas acciones se vuelven prácticamente estériles.

Por eso, es mucho lo que se puede hacer en la etapa previa a la aparición o al estallido de la crisis; pero, cuando esta despliega su mayor daño, nada parece funcionar, y la experiencia demuestra que, de hecho, casi nada funciona. La capacidad de manejo se reduce drásticamente. La solución que hubiese funcionado en un principio ya no resulta eficaz. En el peor momento de la crisis es cuando menos se puede hacer.

Sin embargo, cuando la intensidad de la crisis amaina, las respuestas otra vez recuperan su eficacia. Cuando los ánimos se tranquilizan, los mensajes vuelven a ser escuchados, los espacios de diálogo y negociación se abren cuando poco antes era imposible plantearlos, los pacientes reaccionan mejor al tratamiento después de salir de la etapa crítica en la que se encontraban.

Gráficamente, la capacidad de respuesta o control a una crisis sigue una línea claramente inversa a su intensidad. Cuando la curva de impacto empieza a elevarse, decae la eficacia del esfuerzo de controlarla. Cuando esta línea de impacto decae, de manera automática se recupera la capacidad de manejo y control. Así como las enfermedades se adquieren, incuban, entran en fase de clímax y después decaen, la capacidad para controlarlas es inversa a su intensidad.

Las medicinas y los tratamientos funcionan cuando se está a tiempo; no sirven cuando es tarde. Precisamente es esta paradoja la que permite afirmar que una solución de regular calidad pero temprana es muchísimo más eficaz que una solución impecable pero tardía. Mientras Godzilla está dentro del huevo, se le liquida con un martillo. Una vez que sale de él, hay que llamar a las Fuerzas Armadas.

Mientras Godzilla está dentro del huevo, se le liquida con un martillo. Una vez que sale de él, hay que llamar a las Fuerzas Armadas.

Un extintor funciona con eficacia cuando el fuego recién empieza, pero, cuando este cubre un área muy extensa, se vuelve prácticamente inútil. Quien sufre de migraña sabe que, si toma dos analgésicos al primer síntoma, la dolencia podrá ser controlada, pero si no los tuvo a mano en ese preciso momento, treinta minutos después, en plena migraña, podrá tomarse dos analgésicos o veinte, y el efecto será el mismo: cero.

Un paciente de cáncer reaccionará más y mejor al tratamiento si la enfermedad es enfrentada tempranamente. No importa lo especializado, elaborado o costoso que sea el medicamento, si es aplicado en una fase muy avanzada (cuando el paciente no metaboliza, no tiene defensas, su capacidad de asimilación es muy limitada o su hemoglobina es baja), el efecto será mínimo o podría precipitar un desenlace fatal.

En lo peor de una discusión familiar, las explicaciones y hasta las disculpas que se ofrecen no siempre son escuchadas. Es más, hasta pueden tomarse a mal. La otra parte tendrá más apertura cuando los ánimos estén más tranquilos.

Si el incendio es controlado, si la migraña entra en declinación, si el paciente de cáncer recupera capacidad metabólica y defensas, si la discusión cesó, cada una de las soluciones (el extintor, el analgésico, el medicamento y las disculpas) recupera su eficacia para amainarla.

Visto así, la regla del 40/70 del general Collin Powell se explica por sí sola.

Hay 2 comentarios
  1. Eduardo Dios

    Muy interesante!
    Hay muchas formas de imaginar la evolución de un conflicto socioambiental si el Estado y la Empresa suponen que sólo es la incomodidad de un dirigente radical y la comunidad no lo va a seguir.
    Estas lecciones son muy valiosas.
    Felicidades!

  2. Gonzalo Moscoso Alvariño

    Excelentes observaciones!
    Para evitar impactos debemos recordar que la armonia en el universo -a todo nivel- depende de la interaccion de masas criticas. En cuanto una de ellas sobrepasa su masa critica se inicia el impacto. El reto esta en como detectar el impacto y aplicar la estrategia 40/70 de Colin Power un eximio general Americano

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